Guatemala ha logrado importantes avances en varios indicadores de salud en los últimos 25 años, pero las tasas de mortalidad materna y de desnutrición crónica siguen siendo elevadas. Entre 1990 y 2013, la mortalidad de menores de 5 años disminuyó marcadamente, de 81 a 31 muertes por cada 1000 nacidos vivos. La tasa de mortalidad materna también disminuyó entre 1990 y 2014; sin embargo, esta proporción, de 93 muertes por cada 1000 nacidos vivos en 2014, sigue siendo más alta que el promedio de la región de América Latina y el Caribe, de 71 muertes por cada 1000 nacidos vivos . La prevalencia de la desnutrición crónica también disminuyó, del 55 % en 1995 al 46,5 % en el período 2014-15 , pero sigue siendo la más elevada de la región y es una de las más altas del mundo, especialmente entre las poblaciones rurales, pobres e indígenas. La mortalidad materna y la desnutrición crónica están estrechamente relacionadas: los principales factores de esta última en Guatemala son la mala salud de las madres, las prácticas inadecuadas de alimentación infantil, y el limitado acceso a agua apta para el consumo, saneamiento y servicios de salud de calidad. En 2015, menos de la mitad de la población tenía acceso habitual a servicios de atención primaria de la salud y solo el 49 % de los residentes rurales contaba con servicios de saneamiento mejorados.